Se necesita un enorme costal de cinismo y la cara más dura que una piedra para, con todo desparpajo, hablar de democracia, “respeto a la legalidad”, “elecciones libres”, “defensa del estado de derecho” y tantos otros asuntos en los que sus “defensores”, en un foro de la ultraderecha realizado en Madrid, no sólo reivindicaron su ostentoso fracaso como “líderes”, sino que celebraron ser los principales enemigos y violadores de lo que en ese espacio dijeron defender.