La existencia mediática de Elizabeth de Austria ha estado asociada en el cine a la imagen edulcorada que de ella brindó en los años cincuenta una famosa trilogía sobre la emperatriz Sissi dirigida por el vienés Ernst Marischka e interpretada por Romy Schneider. Siete décadas después, la realizadora austriaca Marie Kreutzer opera un vuelco audaz en la representación de dicho personaje, quien ahora exhibe una faceta singular de mujer rebelde, deseosa de liberarse de la existencia encorsetada a que la someten las rutinas protocolarias de la corte de los Habsburgo. Una suerte de Lady Di –tal como la presenta el chileno Pablo Larraín en Spencer (2021)–, trasladada al ambiente más asfixiante aún de la Europa de finales del siglo XIX.