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Periódico La Jornada
Domingo 30 de octubre de 2022, p. 23
Río de Janeiro. No sólo el carisma o la estrategia de ambos candidatos definirán al próximo presidente de Brasil en el duelo final de hoy, entre el mandatario de ultraderecha Jair Bolsonaro y el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, sino que también incidirán otras variables.
El factor más influyente, en opinión de analistas, será el del rechazo: 50 por ciento no acepta al mandatario y 46 al ex presidente, según la demoscópica DataFolha. Hace cuatro años Bolsonaro venció en las urnas agitando el desprecio y el miedo a la izquierda socialista del Partido de los Trabajadores (PT), que gobernó de 2003 a 2016 con Lula (2003-2010) y Dilma Rou-sseff (2011-2016). El sistema político brasileño convive con dos fuerzas de negación: el antipetismo y el antibolsonarismo, que van a decidir la elección
, sostuvo Mayra Goulart, experta en política comparada de la Universidad de Río de Janeiro. El primero se enraizó en las élites y luego se popularizó transformándose en un sentimiento antiizquierda con connotaciones económicas y morales.
El antibolsonarismo es consecuencia especialmente del manejo de la pandemia. Casi 690 mil personas murieron en medio del desdén.
En 2018 no teníamos antibolsonarismo, mas sí un antipetismo y una elección contra todo y contra todos (…) Bolsonaro encarnó ese personaje antisistema. Ganó la elección
, comentó el politólogo Paulo Baía.
La abstención será fundamental
, argumentó Oliver Stuenkel, profesor de la Fundación Getulio Vargas. Quien movilice más apoyos entre los abstencionistas podría inclinar la balanza, aunque no depende exclusivamente de las campañas.
Muchos electores, sobre todo los más pobres, dejaron de sufragar por la lejanía de las urnas. Cuanto mayor sea la abstención va a ser peor para Lula, porque en su mayoría son del PT
, detalló Stuenkel.
La mayor economía de América Latina comenzó a recuperarse de la crisis pandémica. Entre junio y septiembre el desempleo retrocedió a 8.7 por ciento, y para este año se espera un crecimiento del PIB de 2.8. Sin embargo, 9.5 millones de personas aún no tienen trabajo y el grueso de la población, de 215 millones, lidia con los precios altos que golpean a muchos países.
En 12 meses, la inflación es de 7.17 por ciento, con tendencia a la baja. Al menos 33.1 millones pasan hambre, según la Red Brasileña de Investigación de Soberanía y Seguridad Alimentaria.
La economía, con inflación (…) desempleo acelerado por la pandemia, contribuyó al desánimo de muchas familias (…) y tenemos una legión de niños y jóvenes excluidos del proceso social por falta de educación durante la pandemia
, señala Paulo Baía.
Lula enfocó su campaña en la generación de empleo, la lucha contra el hambre y el aumento de los salarios, mientras en las últimas semanas Bolsonaro ha reivindicado su política económica de reactivación.