Por acá ya semos civilizados: no matamos toros, nomás gente, parecen decir juececitos alcahuetes y defensores de animales por su calidad de seres sintientes, como si ello equivaliera a pensantes y su manera de sentir fuera similar a la de los humanos, es decir, consciente. Es el buenismo de moda para tranquilizar almitas urbanas que sueñan con un mundo mejor en abstracto o protegiendo mascotas, sometidos todos al pensamiento único, al animalismo como falso humanismo y ética de supermercado, ignorancia que sólo favorece la irrupción del mundo anglosajón como prototipo de los mundos posibles para homologar la sociedad humana a tan falaces esquemas.