Es tu culpa que vaya a enviarte un mensaje tan largo, así que no te quejes. Me dijiste que podía recurrir a ti en cualquier momento, confiar y contártelo todo, aun las cosas más absurdas, incómodas o dolorosas, sin riesgo de sufrir una de tus críticas demoledoras, agudas y hasta divertidas, siempre que el blanco sea otro y no yo.