Después de tantos meses en que no pudieron asistir a la escuela, Emma siente profunda emoción de que sus hijos, Brandon y Brian, hayan regresado a sus salones de clases. Valieron la pena las caminatas en busca de uniformes más económicos, las horas perdidas haciendo cola frente a las papelerías para surtir la lista de útiles escolares y hasta las discusiones.