La buena, que el presidente López Obrador muestra voluntad para resolver los ya viejos asuntos pendientes de quienes laboraban en la extinta Mexicana de Aviación, canibalizada y quebrada 12 años atrás por su dueño –gracias a Vicente Fox–, Gastón Azcárraga, a quien el régimen neoliberal mantuvo impune, mientras 8 mil 500 trabajadores, sin más, fueron echados a la calle; la mala, que la solución de todo ello se la ha encargado, otra vez, a la secretaria del Trabajo, Luis María Alcalde, que no ata ni desata, pues en los cuatro años que lleva en el puesto, nada de nada (y el problema data de 2010).