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La Jornada: México SA

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▲ El presidente Andrés Manuel López Obrador pidió una tregua de cuando menos cinco años en favor de la paz entre todas las naciones para enfrentar los graves problemas económicos y sociales que atormentan a los pueblos del mundo, como en Europa, donde la crisis por el desabasto de gas disparó la inflación. En la imagen la refinería PCK Oil, subsidiaria alemana de Rosneft, en las afueras de Schwedt, al norte de Berlín.Foto Afp

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lantea el presidente López Obrador que es necesario preguntarnos si no se pudo evitar la guerra (en Ucrania) y si la Organización de Naciones Unidas y los políticos de las principales potencias no fallaron en la responsabilidad de promover el diálogo entre las partes para resolver pacíficamente la controversia. Nada o muy poco se ha hecho en ese sentido: la ONU permanece inactiva y como borrada, presa de un formalismo y una ineficacia política que la deja en un papel meramente ornamental, en medio del reprobable proceder de las grandes potencias que, de manera explícita o silenciosa, se posicionan ante el conflicto sólo para servir a sus intereses hegemónicos.

Por lo anterior, el mandatario anunció que en los próximos días, México presentará, en el marco de la Asamblea General de la ONU, una propuesta para buscar con urgencia un acuerdo para detener la guerra en Ucrania y lograr una tregua de cuando menos cinco años en favor de la paz entre todas las naciones, para dedicar todo ese tiempo a enfrentar los grandes y graves problemas económicos y sociales que aquejan y atormentan a los pueblos del mundo.

De entrada, la guerra era evitable si las potencias occidentales (Estados Unidos y sus marionetas europeas) hubieran respetado los acuerdos de altísimo nivel pactados con la Unión Soviética, primero, y Rusia, después, mediante los cuales las primeras se comprometían a no extender ni una pulgada su poderío militar, por conducto de la OTAN, hacia el este, es decir, hacia las fronteras rusas.

En los estertores de la Unión Soviética, ello fue negociado entre Mijail Gorbachov y Ronald Reagan, primero, ratificado por George Bush padre, después, y más adelante con el impresentable Boris Yeltsin, ya como Rusia: la OTAN, geográficamente, no se movería hacia el este. Ese fue el compromiso y la garantía, en medio de la caída del Muro de Berlín, el desmoronamiento del bloque socialista, la caída de la URSS y el fin de la guerra fría (en febrero de 1991 desapareció el Pacto de Varsovia, contraparte de la organización atlántica).

En los hechos, de 1990 (con la reunificación alemana) a 2020 catorce países del ex bloque socialista (el este europeo) fueron incorporados oficialmente a la OTAN, con lo que este aparato militar controlado por Estados Unidos no avanzó una pulgada, sino cientos de kilómetros hacia el punto geográfico que se había comprometido a respetar.

En 2008 Ucrania y Georgia –ex repúblicas soviéticas– solicitaron formalmente su ingreso a la OTAN, y en ambos casos, hasta ahora, la adhesión está en veremos, sobre toda la del primer país citado, controlado por los neonazis que en 2014 dieron un golpe de Estado, con el apoyo de Estados Unidos. Así, Occidente no sólo violó los acuerdos, sino que estimuló la guerra.

Si Estados Unidos y sus aliados europeos hubieran cumplido los acuerdos diplomáticos, la guerra en Ucrania ni lejanamente hubiera estallado. Al mismo tiempo, si Washington se hubiera abstenido de enviar miles de millones de dólares en armamento a Ucrania (sin duda un jugosísimo negocio para la industria privada militar de ese país), probablemente una paz negociada hubiera llegado prácticamente de inmediato. Vamos, ni siquiera se hubiera disparado la primera bala. Pero como el hubiera no existe, el conflicto bélico se ha prolongado por casi siete meses.

Además, a Washington y sus aliados no se les ocurrió mejor idea que aplicar múltiples sanciones a Rusia que de inmediato impactaron brutalmente … en las propias economías estadunidense y europeas, y de ahí a todo el orbe, generando crisis por doquier: energética, alimentaria, inflacionaria, etcétera, etcétera, que no tiene visos de solución, porque Estados Unidos, día tras día, atiza la guerra en su afán de conservar su ya destartalada hegemonía.

Bien lo subraya el presidente López Obrador: grupos de interés, situados en posiciones de poder gubernamental o económico, se esmeran en conducir la política hacia el conflicto armado. Y una vez cometido este error, en lugar de enmendarlo, optan por profundizarlo sin que les importe el sufrimiento que infligen a la humanidad ni el daño que causan a la estabilidad de las naciones y al bienestar de las sociedades.

Las rebanadas del pastel

Lo dijo Vladimir Putin en diciembre de 2021: cualquier movimiento de la OTAN hacia el este es inaceptable. Es una cuestión de seguridad. ¿Qué pensarían los estadunidenses si, por ejemplo, decidiéramos desplegar misiles en sus frontera con Canadá y México?

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