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La Jornada: Jazz

E

s un consenso a escala nacional. Todo mundo sabe y coincide en que Juan Alzate es uno de los mejores músicos de jazz en este país. Ya como saxofonista, ya como compositor, ya como director del Jazztival de Michoacán desde hace dos décadas, ya como profesor, primero, en el Conservatorio de las Rosas, en Morelia, y ahora en la Universidad Autónoma de Querétaro.

El maestro recién presentó un nuevo disco, Ayé, el undécimo en su haber. Por lo pronto, sólo digital, grabado en vivo en Casa Tlalpujahua, residencia casa de hospedaje en este pueblo mágico que, además, cubre regularmente sus espacios con encuentros culturales y artísticos.

–Hay quien subvalora ya los discos físicos. ¿Qué opinas?

–No, no, no. Todavía es una herramienta muy importante. Estaba leyendo una página europea donde hablan de que la gente que se dedica a la crítica de música todavía lo hace por medio de discos en físico. Entonces, si quieres que tu álbum sea revisado por alguien que consideres importante en Down Beat y ese tipo de revistas, se exige que sea en físico. Incluso hay empresas que ofrecen hacerte sólo 50 álbumes físicos para enviar a publicaciones. Entonces, no creo que vayan a desaparecer.

–Ojalá. Es arte objeto. ¿Cuándo grabaste Ayé?

–En marzo de 2021. El proyecto original era para video. En ese entonces estaban vigentes las restricciones de conciertos presenciales y fuimos elegidos por el Festival de Jazz de Verano en Querétaro, que fue en formato digital. Nos pidieron que hiciéramos un concierto de una hora y, afortunadamente, contamos con el apoyo de Jesús Cornejo, un videoasta extraordinario, y de Pablo Garibay, excelente guitarrista que también se dedica a la grabación. Conjuntamos estos talentos para hacer un video. Y con lo auditivo quedamos tan contentos que decidí hacer el álbum.

–Incluiste temas tuyos muy antiguos, como Qué hago aquí.

–Sólo Ayé y Mónica son nuevas. El resto son refritos de lo que he compuesto. Por ejemplo, rescaté una pieza que se llama De tres en tres, que viene en mi primer disco, de 1995. Fue como redescubrir piezas, rehacer otras.

–Rediseñarlas. Qué hago aquí suena mucho más intensa que en su primera versión, de hace 20 años.

–Exactamente. Sí, ya estaba más madura, ya la hemos tocado más veces; hay más comprensión de la sección rítmica. Cuando la grabé para el disco Autorretratos, aunque la sección rítmica era extraordinaria, casi la leímos a primera vista; entonces faltan otros elementos, como la madurez de la pieza. Además, no sé por qué siempre hago las piezas un poco asimétricas, no son de un formato tan tradicional, salvo excepciones.

–Como Ayé, que tiene mucho swing, un swing muy frontal. Se pudiera decir que es la pieza más estándar.

–Así es. Totalmente.

–¿Por qué bautizaste así el álbum? ¿Qué es Ayé?

–En yoruba, significa en la tierra. Pienso que ya estoy más con los pies en la tierra.

–Hay quienes tienden a esquivar el swing; tú aquí lo desarrollas de manera muy frontal.

–Bueno, entiendo ese rechazo. Mucha gente, sobre todo en las nuevas generaciones, trae el rollo de rechazar lo tradicional. Lo ven en la escuela, lo desarrollan, pero quieren hacer sus propios proyectos; pero, además, no siempre se encuentra una sección rítmica con capacidad para un swing frontal. Hay gente que lo toca, y bien, pero con esa intensidad real del swing, son muy contados los músicos que lo logran.

En esta ocasión tuve la suerte de contar con el apoyo de Carlos Rodríguez, joven contrabajista de aquí de Morelia, que recién se graduó en la Universidad Veracruzana, y que desde chavito traía esa onda de tocar swing, swing, swing, y lo ha desarrollado de forma tal, que, como sección rítmica, nos ha impulsado muchísimo a ese swing frontal, como dices. Además, está Sergei Sokolov, amante del estilo de Art Blakey, de Joe Jones, de todos esos bateristas de swing, y lo ha desarrollado súper bien. Y está el apoyo de Fito Luviano en el piano, hijo de Macario Luviano, leyenda del jazz en Acapulco y en todo el país.

–Y todo eso empata a la perfección con tu manera de tocar el sax, sin saturar de notas tus fraseos.

–Eso es también parte del proceso de crecimiento, porque a medida que uno va madurando y entendiendo muchas cosas, se da uno cuenta de que menos es más, que hay que dar espacio, que la sección rítmica apoye de tal forma, que las frases son espaciadas, más rítmicas, con una intención más melódica.

Salud.

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