Este lunes, cuando tembló, volví a sentir todo lo que, por terriblemente doloroso, me propuse olvidar. Volví a ver a la niña en la puerta de la escuela donde acababa de dejarla, con la mano levantada, despidiéndose de nuevo. Del otro lado de la avenida le hice señas de que se metiera y ella me dijo algo que no alcancé a entender. Se me estaba haciendo tarde para llegar al trabajo y corrí hacia la terminal.