La industria nacional de fertilizantes fue desmantelada por la política privatizadora del salinato, que benefició a dos barones (Alonso Ancira y Fabio Covarrubias) quienes la destrozaron sólo para “regresarla” al Estado, por medio de operaciones fraudulentas en el sexenio de Enrique Peña Nieto. El resultado fue más que dañino para el país: de la autosuficiencia, pasó a ser importador neto de esa producción y la del campo nacional fue en picada.